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domingo, 19 de julio de 2020

Pesos y Contrapesos del Siglo XXI.

 

Por:  Jorge Gutiérrez Reynaga

 

Si los hombres fueran ángeles, el gobierno no sería necesario. Si los ángeles gobernaran a los hombres, no serían necesarios los controles externos ni internos sobre el gobierno. (Hamilton - Madison) 

 

Pero como los hombres no son ángeles, deben existir los pesos y contrapesos en el Estado y no necesariamente que dependan de éste, pero si deben ser sostenidos por el mismo Estado.

 

En la obra El Federalista los autores citan a Montesquieu en sus ensayos sobre la división de poderes y dichas cartas sirvieron para construir el sistema político norteamericano y en especial el número 51 que trata sobre “la dotación en la estructura del gobierno los denominados pesos y contrapesos entre los diferentes departamentos” y que se refieren a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.

 

Los tres poderes están diseñados para actuar de manera independiente, pero todos interconectados con atribuciones especiales con un mismo fin. 

 

No están libres de culpa los departamentos de caer en tentaciones sobre codicia, soberbia y poder.

 

El mismo ensayo número 51 señala que, “primero ha que capacitarse al gobierno para mandar sobre los gobernados; y luego obligar al gobierno a que se regule a sí mismo. Aquí es donde el hecho de depender del pueblo es sin duda alguna, el freno primordial indispensable sobre el gobierno”, señalan Hamilton - Madison en su obra.

 

Entonces si los hombres que gobiernan no son ángeles, necesitan de instituciones internas y externas para su equilibrio y aquí entran los órganos internos de control y el órgano de fiscalización superior dependiente el primero del poder ejecutivo y el segundo del poder legislativo, el primero audita y el segundo dictamina para que el legislativo fiscalice.

 

Pero el concepto más profundo de los pesos y contrapesos en el Siglo XXI son las instituciones constitucionales autónomas que si bien cuentan con sostenimiento estatal los integrantes son elegidos por el legislativo y ratificados por el ejecutivo o viceversa, pero en ningún momento permiten que el control se pierda por parte de cada poder, quedando en duda su autonomía.

 

La elección de los jueces y magistrados por parte del poder judicial bajo la influencia o negociación con el ejecutivo para que en el futuro estén a su disposición es errónea. Cada día la autonomía de los poderes es mayor debido a la constitución de diversas corrientes políticas que constituyen el poder legislativo es decir la alternancia en el poder.

 

En un estado ideal el ejecutivo debería tener control en las dos cámaras que integran el legislativo para lograr los objetivos del gobierno tanto internos y hacia el exterior. Al no contar con la mayoría, existiría un contrapeso natural en la actuación del ejecutivo.

 

La participación de la sociedad civil en el diseño y evaluación de políticas públicas como base de un gobierno abierto es importante. Rendición de Cuentas y Transparencia no pueden faltar en la agenda de los tres poderes.

 

En nuestro país existe un avance importante en la instalación de órganos autónomos y la pregunta obligada es si tendrían cabida como un poder adicional a los ya establecidos en la carta magna.  Lo anterior es un tema difícil de responder porque tendríamos que modificar la historia y decir a Montesquieu que se equivocó y que Hamilton - Madison no visionaron a un cuarto poder dentro de la estructura del gobierno.

 

Es un tema de rendición de cuentas, del escrutinio de las personas sobre la actuación del gobierno, de darle poder al ciudadano, de fortalecer a las instituciones creadas para garantizar elecciones limpias y confiables, de garantizar el acceso a la información pública y defender los derechos humanos.

 

Las instituciones deben tener las herramientas necesarias para ser productivas, sin excesos, sin desviación en sus objetivos, austeras y confiables. 

 

Nuestro país requiere: Un equilibrio entre los poderes, los organismos garantes y la sociedad, es decir verdaderos pesos y contrapesos porque los hombres no somos ángeles, somos humanos.


Por:  Jorge Gutiérrez Reynaga

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